La Barrica de la Oca

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lunes, 28 de julio de 2008

La Villa de Hoyos

En Hoyos podemos descubrir antiguos asentamientos romanos, árabes... pero lo que mas se reconoce es la etapa de la Reconquista, cuando el territorio de Hoyos sería incorporado al Reino de León. A comienzos del XIX la localidad sufrió las consecuencias de la Guerra de Independencia, al ser el Puerto de Perales paso obligatorio de las tropas francesas. El anciano Obispo de Coria don Juan Álvarez de Castro, que recomendaba mediante la publicación de sus pastorales la unión del pueblo y la sumisión a las Juntas, fue perseguido por los invasores hasta asesinarlo el 29 de agosto de 1809 en su casa en Hoyos.
Desde el año 1840 fue la Villa de Hoyos cabeza del amplio partido judicial que llegó a comprender dieciocho entidades de población. Debido a que Hoyos fue lugar elegido por cierta nobleza y por los obispos de Coria como lugar de residencia veraniega, el casco histórico presenta un importante interés artístico. Recomendamos al viajero un recorrido por sus antiguas calles que exhalan la prestancia propia de los pueblos que han vivido intensamente la historia. En este recorrido, a cada momento, encontramos la sorpresa de un bello rincón: un escudo que timbra un alto portalón de medio punto, una sugerente ventana de estilo gótico-renacentista, molduraciones ornamentales, una casa palaciega, más ventanas, más escudos, una fuente, un crucero…
El casco histórico se dispone en el entorno de la Iglesia del Buen Varón, que enmarca tres grandes plazas: la de la Constitución, la Mayor y la de Gabriel y Galán o “el Coso”, antigua plaza de toros.
La Plaza Mayor es un amplio espacio abierto ante la fachada de poniente del templo, con su portal románico. En este recinto se alza el ayuntamiento, de noble prestancia. De la plaza salen las dos calles más relevantes, dirección norte, la calle Obispo Álvarez de Castro, donde encontramos una mezcla de casa típicas populares junto a unas notables casonas de piedra sillar adornadas con estupendas ventanas geminadas decoradas con adornos florales; y dirección sur, la antigua Calle Real, que constituye la entrada meridional al pueblo que se alarga hasta el Barrio del Escobar, la ermita del Cristo Bendito, pasando por las ruinas del Convento Franciscano del Espíritu Santo cuyo fundador, hijo de Hoyos, llamado Pablo Pérez, acompañó a Pizarro en la conquista de América, junto a otros tantos “soyanos” como Marcos Veas.
La Arquitectura Religiosa
Muy significativa es su arquitectura religiosa, aunque de las ermitas primitivas sólo puede citarse la del Cristo Bendito del Valle, cuadrada y de sillería granítica, de mediados del s. XVI que posee la talla de Cristo crucificado. Tuvo también Hoyos un convento franciscano, Convento del Espíritu Santo, hoy en deplorable estado de ruina. Es de la segunda mitad del siglo XVI, aunque pudo tener su conclusión definitiva en 1641, fecha que figura sobre el Blasón de Pablo Pérez.
Tiene Hoyos la suerte de ser un pueblo cuajado de arte, pero el edificio más característico y de gran interés artístico es la Iglesia Nuestra Sra del Buen Varón, cuya imagen sedente, datable en el siglo XIII, preside el retablo mayor. Compleja es la historia constructiva de la parroquia de esta localidad. Cuenta la tradición que el templo lo fundó un legendario personaje, algún maestro rural relacionado con la encomienda de Trevejo en la primera mitad del siglo XIII.
El primitivo templo se iría ampliando según fuera creciendo la demografía del lugar y a finales del siglo XV es cuando se comienza el nuevo templo insertándolo en el anterior. En ella se observa la mano de Pedro de Ybarra quien, posiblemente, dirigió las obras entre 1545 y 1560.
La parroquia ubicada en el centro del pueblo, construida con excelente piedra sillar, tiene tres portadas abiertas a cada una de sus plazas dando el acceso al templo. Pero es la puerta principal, la más importante desde el punto de vista artístico uno de los escasos ejemplos de estilo tardorrománico que pueden encontrarse en Extremadura, pertenecientes a la antigua parroquial Medieval. Destaca en ella el arco de Medio Punto, embellecida con sendas arquivoltas, con dos columnas a cada lado y atractivos capiteles con ornamentaciones vegetales, e imágenes que quizás aludan a la virgen María a la que está dedicada el templo. Las otras dos portadas son de estilo gótico y pertenecientes a la nueva construcción del primer cuarto del s. XVI. Son de gran interés las gárgolas con formas tubulares y de animales, así como los ocho curiosos pináculos adornados con bolas situadas en la zona alta, que decoran y bordean la iglesia.
El estilo del interior de la iglesia es muy variado, pero muy similares a las parroquias vecinas de Acebo y Gata, en las que también intervino el gran arquitecto Pedro de Ybarra. El barroco retablo Mayor, obra del circulo de los Churrigueras, decorado con cuatro columnas Salomónicas donde se encuentra la representación de la crucifixión del Señor, junto con María y San Pedro del s. XVII. En el centro la joya mas característica de esta capilla, la Imagen de Nuestra Sra. del Buen Varón del s. XIII a la que está dedicada el templo, y abajo le acompaña la talla de la Inmaculada Concepción. A los lados las imágenes de San Ramón Nonato (s.XVIII) y San Bartolomé (s.XVI). También decubrimos a los patronos del pueblo San Lorenzo a la izquierda, y San Lino a la derecha, cuyas fiestas locales son el 10 de Agosto y el 23 de Septiembre.
La sacristía está dotada con imágenes llenas de dolor. Vestida de negro y con triste mirada, se encuentra Nuestra Sra. La Dolorosa que sale en la procesión más emblemática de la Semana Santa "La procesión de la Soledad". De notable estilo es el coro renacentista, sujeto en tres capiteles, con un órgano antiguo deteriorado por el tiempo, y algunos retablos que se trajeron del convento franciscano del Espíritu Santo. Para subir hasta el coro debemos ascender por unas escaleras de caracol que conducen hasta la torre del campanario abriéndose a modo de abanico, con un total de 102 peldaños. Desde el campanario se divisa una bella panorámica de toda la localidad y su entorno natural. Elemento notable es el púlpito de granito empotrado en el arco de la capilla mayor, s.XVI.

martes, 8 de julio de 2008

Miajadas

Miajadas, hoy conocida como capital mundial del tomate, registra los primeros vestigios de la huella del hombre en el Neolítico, en los taludes terrosos del río Búrdalo, en la finca de los Veneros y fueron descubiertos por Mario Roso de Luna, a principios del S. XX. Se nos habla de dos construcciones subterráneas a unos 100 metros de distancia entre sí, en un buen estado de conservación, y otras construcciones, semiderruídas por el paso del tiempo y la huella del hombre.
Las cuevas a las que se refiere son parecidas a las del Romeral de Antequera (un largo pasadizo de entrada a una cámara) y son tumbas donde depositaban los restos de sus antepasados estos primeros habitantes de la localidad.
Son numerosos los útiles hallados por las tierras de Miajadas pertenecientes a las primeras épocas de la Prehistoria: jarros de barro, hachas de sílex y granito, puntas de flechas o lanzas, etc... y un sinfín de restos de mobiliario doméstico. De la época romana también quedan vestigios de tumbas en diferentes fincas de los alrededores, e incluso muchas de las lápidas halladas aun se conservan como dinteles en casas antiguas de las localidades de Escurial y Villamesías.
En Miajadas hubo un antiguo campamento romano y la inscripción hallada en una piedra (según documento que consta en el Archivo Histórico Nacional), hace referencia al primer asentamiento prolongado.
De la época musulmana, únicamente existen vestigios de moradas o casas de campo esparcidas a lo largo del término municipal.
Con la construcción de la Orden de Santiago en 1475 las tierras de Miajadas fueron reconquistadas a los musulmanes por San Fernando, cuando reconquistó Montánchez y Medellín. Poco después en el S. XIII se construyó el castillo de Miajadas, perteneciente a los condes de Medellín.
En 1642, el portugués Francisco de Melo, se anexionó las tierras de Badajoz, incluido Miajadas, dónde encontró un levantamiento popular contra la invasión y el apoyo total del pueblo de Miajadas a la monarquía del Felipe IV.

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