La Barrica de la Oca

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sábado, 10 de mayo de 2008

Leyenda del hombre volador (Plasencia)

¿Puede un hombre volar?
El hecho que vamos a recordar ocurrió en Plasencia, es aquella extraordinaria y estupenda historia del hombre volador, tan difícil de creer, pero de la que atestiguan doctores tan sabios como el P. Juan Luis de Cerda, en su edición comentada de Virgilio:
Si se hace ciertamente duro de admitir que pudiera un hombre volar como si fuera un ave, escapando así de la prisión que lo encerraba y pasando sobre la cabeza de los atónitos placentinos, quienes veían y no daban crédito a sus ojos, ¿cómo no hemos de admitir lo que confiesa un doctor Padre de la Compañía, sin pecar de atrevidamente temerario, y tal vez de irreverente?. Aún subirá vuestra admiración de punto, si os declaro que quien así escapaba de la cárcel, era nada menos que el autor de las maravillosas tallas del coro de la catedral placentina. Pero procedamos por orden, y comencemos, para que no haya dudas, con lo que dicho Padre La Cerda, declara en su eruditísimo comentario latino, cuando anotando un verso del libro VI del La Eneida, aquel que dice ausus se credere coelo, escribe: (traducido) En la Plasencia española, cierto sujeto se evadió de la cárcel, temeroso, como acontece, del brazo secular de la justicia.Como quisiera evadirse, adaptó a sus hombros unas alas, y se lanzó al cielo desde la punta de la torre; atravesó volando toda la ciudad y cayó lejos de las murallas, fatigado por el mucho meneo del cuerpo. Todavía hoy se muestra el lugar de su caída. De este hecho fueron testigos los ojos de los placentinos que vieron al hombre volador...Que hubo arte diabólica es cosa que ni se duda, mayormente si sabemos que el prisionero volante, no era otro que el artífice del estupendo coro de la catedral. De su diablesca inclinación, hartas pruebas había dado ya al labrar la sillería: ¿cómo sin estar bajo el dominio del maligno, se puede tener una habilidad tal, sumada a la irreverentísima indecencia y obscenidad desvergonzada, de tantas de sus misericordias?.Harto probó allí su filiación diabólica, para que necesitáramos de vuelos u otros embelecos que acreditaran su connivencia con el infierno.
El que da cuenta de la cosa con gran copia de detalles y datos, y no es para menos, teniendo en cuenta la proclividad al materialismo y a la incredulidad de su siglo, es el ilustrísimo don Antonio Ponz, quien al comentar la VI carta del tomo VII de su Viaje de España dice:... lo que creemos fabuloso en Dédalo, fue un hecho verdadero sucedido en Plasencia. Voló un hombre y voló un gran trecho. Es opinión que tal avechucho fue el que hizo la sillería del coro de la catedral... Atravesó trepando por los vientos toda la ciudad, desde el castillo a la que llaman la dehesa de los caballos, medio cuarto de legua de Plasencia...Convido muy de veras a mis oyentes, para que lean allí la explicación de su prisión y otros pormenores. Mas como bien me sé que mi siglo, es también un tanto materialista e incrédulo, y busca la causa eficiente y científica de todas las cosas, véome aún obligado a transcribir un párrafo más del citado autor y procedencia, que nos irá dando la clave de cómo fue posible tal prodigio:...el Dédalo placentino para escapar determinó dos cosas, comer poco para adelgazarse, y que todo su alimento fuese de aves, las que mandaba llevar con plumas, hasta que juntó gran porción. Pesaba... la carne de las aves peladas, y luego sus plumas, y sacaba por computo fixo que para sostener dos libras de carne eran necesario cuatro onzas de plumas. Averiguada dicha proporción, sacó por consecuencia, que tantas libras, o arrobas que él pesaba, necesitaba tantas onzas o libras de plumas para mantenerse en el aire, y juntándolas las pegó con cierto engrudo a los pies, cabeza, brazos y a todas las demás partes de su cuerpo, dejando hechas dos alas para llevarlas en las manos, y remar con ellas: así se arrojo este emplumado al viento, y después del trecho referido se precipitó, haciéndose pedazos.

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